viernes, 13 de diciembre de 2013

Segunda etapa del Cóndor: Concluyeron las declaraciones de las víctimas uruguayas

Después de nueve meses de audiencias en el juicio oral que investiga los crímenes de la coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur, comenzaron los testimonios de expertos en el tema. Luego se escuchará a las víctimas chilenas.

 Por Alejandra Dandan
En el juicio oral sobre el Plan Cóndor, que comenzó en marzo, se juzga a 22 represores.

El juicio oral por los crímenes del Plan Cóndor concluyó su primera etapa, centrada en la reconstrucción de los casos de las víctimas uruguayas. Ayer comenzaron las declaraciones de los testigos de contexto, que son expertos e investigadores que analizaron las políticas de la coordinación represiva de las fuerzas de seguridad de la región durante las últimas dictaduras. Luego se iniciará la segunda parte, destinada a recoger pruebas sobre las víctimas chilenas y del resto de los países. Para la fiscalía, la etapa que concluye fue importante en cantidad de prueba, no sólo para reconstruir los secuestros y desapariciones de cada caso, sino también para aportar elementos a la lógica de coordinación de las dictaduras del Cono Sur que se llevó a cabo con la colaboración y el apoyo de Estados Unidos, que es uno de los elementos más significativos del juicio.

“Los 106 casos que llegaron al juicio son una muestra de lo que sucedió con el Cóndor”, dice Pablo Ouviña, fiscal del juicio oral. “Con este juicio no sólo estamos viendo si en el caso de cada una de las víctimas se verifica si hubo ‘delito’, sino que además estamos viendo otra cosa: la misma existencia del Cóndor. En esa vía buscamos pruebas sobre la existencia de la asociación ilícita (entre las fuerzas represivas), y luego ver si cada persona que está acusada en el juicio tuvo participación o contribuyó en la asociación ilícita y cómo lo hizo”.

En esa mirada anclada entre lo singular y la coordinación general, se halla una de las características de este debate. También de lo que pasó hasta ahora y de lo que se espera.

Jaime Nuguer es abogado por la querella originaria del juicio. “Me parece que lo específicamente relevante (del período uruguayo) es la abundante prueba testimonial que se produjo contra Manuel Cordero Plancentini por los delitos de tortura y desaparición de muchos militantes y dirigentes del Partido para la Victoria del Pueblo (PVP) y del MLN (Tupamaros)”, señala. “Cordero era el número dos de los servicios uruguayos, detrás de Nino Gavazzo, y como tal un operador importante de la Operación Cóndor. Estaba prófugo en Brasil, de donde fue extraditado a la Argentina en 2007”. El juicio oral comenzó en marzo. Se juzga a 22 represores, entre ellos los más altos responsables de la represión argentina que todavía están vivos y al uruguayo Manuel Cordero, emblemático para las víctimas y sobrevivientes de ese país, encargado del traslado de los prisioneros y enlace entre las dos fuerzas represivas. El juicio intenta reconstruir las pruebas de secuestros y desapariciones de 106 personas, entre los cuales hay una mayoría de uruguayos (48), pero también hay chilenos, paraguayos y bolivianos. Todas las víctimas del Cóndor elevadas a juicio están desaparecidas y fueron secuestradas en territorio argentino, en general cuando estaban exiliadas legalmente o escondidas por la persecución de las dictaduras en sus propios países. Entre las víctimas hay un grupo argentino secuestrado en Brasil. También hay 67 casos que están en juicio y a la vez declararon como parte de lo que se llama Orletti II, es decir, secuestrados que pasaron por el centro clandestino que fue la sede del Cóndor en Buenos Aires. Entre uno y otro listado de víctimas hay pocos nombres superpuestos. Desde el comienzo del juicio se dijo que uno de los datos más importantes del debate es que estaba destinado a probar el accionar conjunto de las dictaduras en la región y a la vez que podía ser un escenario de justicia para muchas de las víctimas de los países en donde existen dificultades para llevar adelante los juicios.

Hasta acá, la etapa uruguaya permitió reconstruir lo que sucedió con los uruguayos que estaban viviendo en la Argentina. Además de los testimonios, uno de los datos importantes que es que la suma permitió comprender las olas de la evolución represiva. “En su momento, con muy buen criterio, el Tribunal entendió que tenía que trabajar la organización del juicio por binomios”, señala el fiscal. “Si bien el Cóndor implica mirar el conjunto de los países, esto era imposible hacerlo en forma simultánea y por eso fue importante el modo de organizar las audiencias”. El binomio permitió seguir un orden por país, primero Uruguay, como luego será el caso de Chile, y más tarde los otros. Esa organización incluyó una organización cronológica de los secuestros, para entender la evolución de la ola represiva. Y pensada como binomio porque cada país incluye la relación con la Argentina. “Hasta aquí, los casos uruguayos nos permitieron ver claramente ciertas oleadas represivas. Significa que en un período muy corto de tiempo se produjeron muchos secuestros agrupados, y muchos son casos de este juicio”.

Así como esa mirada puede aportar datos para pensar la coordinación, se espera que esto quede reforzado por otros elementos del juicio. Daiana Fusca, del Cels, que es uno de los organismos de derechos humanos querellantes, señala el peso que tienen en ese sentido los archivos documentales. “Una de las líneas que se podrá profundizar con el análisis de la documental es la intervención de Estados Unidos. Esto y los testigos de concepto van a permitir visibilizar en el juicio la coordinación represiva”. El primer testigo de este tipo fue el historiador uruguayo Alvaro Rico, coordinador de la investigación histórica sobre la dictadura en ese país e integrante de la Secretaría de Seguimiento de la Comisión para la Paz. El martes debe declarar el periodista uruguayo Samuel Blixen. Y entre los expertos también está prevista la testimonial de la periodista Stella Calloni.

Los materiales serán importantes para probar además la coordinación entre el resto de los países. Pero cada tramo tendrá su singularidad. La prueba testimonial uruguaya, como se dijo, fue mucha y contundente. Los casos que llegaron a juicio son representativos de lo que sucedió con los uruguayos que estuvieron en el país. El juicio, además, contó con la declaración de sobrevivientes de Orletti. Eso permitió producir nuevos datos, dado que muchos pudieron aportar elementos sobre la coordinación represiva. “Los casos uruguayos permitieron ver lo que fue Orletti, el llamado primer vuelo, el segundo (con todos desaparecidos) y el Grupo de Acción Unificadora del 1977. Uno fue viendo a través de las testimoniales cómo iba cayendo todo, porque todo lo que están en el juicio permite hacerlo”, señala el fiscal.

Los casos chilenos que están en juicio son 22. Entre ellos hay un grupo que fue secuestrado en Mendoza, pero el resto de las víctimas fueron desaparecidas en momentos distintos.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Llega desde Italia un reclamo de justicia

CRISTINA MIHURA DECLARO EN VIDEOCONFERENCIA DESDE ROMA EN LA CAUSA ARGENTINA POR EL PLAN CONDOR
Llega desde Italia un reclamo de justicia

Después de 37 años, la viuda del desaparecido ítalo-uruguayo Armando Bernardo Arnone Hernández, desaparecido en este país, declaró ante dos fiscales argentinos y varios abogados de los acusados en la causa del Plan Cóndor.
Cristina Mihura, denunciante, y Armando Bernardo Armone Hernández, desaparecido en Argentina durante la dictadura militar.
 
Por Elena Llorente -  Desde Roma

Cristina Mihura, uruguaya residente en Italia, viuda del desaparecido ítalo-uruguayo Armando Bernardo Arnone Hernández, dijo estar “muy agradecida” a los jueces argentinos que por primera vez, en los 37 años que lleva su búsqueda, la interrogaron ayer sobre el caso de su marido. “Es como una catarsis, es impresionante la sensación que se tiene cuando alguien importante te escucha”, dijo a Página/12. Bernardo Arnone desapareció en Buenos Aires, el 1º de octubre de 1976. Ayer Mihura fue escuchada durante más de dos horas por los fiscales argentinos Pablo Ouviña y Mercedes Moguilansky, además de algunos jueces y abogados defensores de los militares acusados en el marco del Plan Cóndor, la operación internacional de aniquilación de opositores políticos, de la que participaron los servicios de varias dictaduras del Cono Sur en la década del ’70.

El interrogatorio tuvo lugar en el Consulado argentino de Roma por medio de una videoconferencia. “Fueron muy detallistas en sus preguntas. Querían conocer todo, todo, desde cómo había conocido yo a Bernardo, con quien me casé en 1974, hasta con quiénes trabajaba o quién había allanado la casa de la madre de Bernardo, hoy fallecida, que estaba en Buenos Aires cuando él fue secuestrado y que, al volver a Montevideo, se encontró con que los militares estaban haciendo un allanamiento en su casa y escarbando en el patio en busca de algo que no encontraron. También me preguntaron sobre mis denuncias, de la carta que envié al Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), la historia del PVP, el Partido por la Victoria del Pueblo en el que militábamos”, contó Mihura que ha sido una de las principales promotoras de otro proceso Cóndor, el que está intentando llevar a cabo la fiscalía italiana contra militares y civiles de Uruguay, Chile, Bolivia y Perú, y que está en su etapa preliminar.

Mihura también informó a los jueces de una ficha y una serie de documentos que aparecen desde hace algunos meses en el portal de Internet de la presidencia de la República de Uruguay sobre su marido y otros desaparecidos uruguayos, al que ella no ha tenido acceso directamente. “En el portal no se dice cuál es la referencia de esos documentos, pero evidentemente se dan informaciones pertenecientes a fuentes de la represión”, indicó.

Respecto de los contenidos del interrogatorio, agregó que lo único que pudo ofrecer fue “el contexto en el que ocurrió el secuestro, el contexto de una perejil, no de una militante de alto rango”. “Lamento que haya pasado tanto tiempo, porque hay muchas cosas que me he olvidado. Pero es la primera vez que me dejan decir todo lo que yo sé o he sabido. En algún momento me emocioné por eso. Especialmente cuando conté lo que me dijo un sobreviviente de la cárcel clandestina de Orletti, donde se supone que fueron a parar los uruguayos desaparecidos en Buenos Aires, entre el 23 de septiembre y el 4 de octubre de 1976, y entre los cuales probablemente estaba Bernardo. José Luis Bertazzo contó que había compartido con algunos uruguayos en Orletti una toalla para taparse la boca y la nariz cuando los militares echaron gamexane para combatir las pulgas y otros insectos que había en el lugar.”“También les transmití a los fiscales la situación de absoluto terror en la que vivíamos y cómo, por ejemplo en mi caso, que salí exiliada a Suecia, a los pocos meses tuve todos los dientes cariados. Los dentistas de la Universidad de Estocolmo me explicaron que era un típico caso de estrés por un gran susto”, agregó.

Mihura contó que tuvo la sensación de que los fiscales sabían algo más que ella no sabía, pero nada dijeron en ese sentido.

Cristina Mihura empezó a buscar a su marido pocas horas después de su desaparición, aquel 1º de octubre de 1976 en Buenos Aires. Armando fue secuestrado entre las 12 y las 20 horas de ese día en la vía pública, sostiene Cristina en base a lo que ella ha podido averiguar durante todos estos años. En abril de 1977 emprendió su campaña internacional para tener noticias de Armando, enviando una carta al Acnur explicando su caso y pidiendo ayuda. Vivía ya en esa fecha en Suecia como refugiada y allí estuvo hasta 1977. Desde entonces vive en Roma.

El secuestro de Arnone fue parte de una operación que entre el 23 de septiembre y el 4 de octubre de 1976 dio como resultado la desaparición de 26 uruguayos en Buenos Aires, 23 adultos y tres niños. Los niños aparecieron después, dos en Chile y una en Argentina. Por otra parte, aparecieron sólo los restos de tres de los 26, en Argentina. Dicen que a los demás los llevaron a Montevideo (en el llamado y famoso “segundo vuelo” de la Fuerza Aérea uruguaya), pero en Uruguay nunca aparecieron rastros de ellos, ni vivos ni muertos, contó Mihura, que todavía no logra saber ni siquiera dónde están los restos del que fuera su marido. “Después de tantas querellas judiciales todavía no sé si está en Argentina, si se lo llevaron a Uruguay o lo tiraron al río. Quiero saber lo que pasó. Los militares lo saben, pero ni siquiera anónimamente nos dicen algo. Es un revanchismo feroz. Yo quisiera que así como la Justicia argentina ha investigado brillantemente algunos casos, también lo hiciera la Justicia de Uruguay”, concluyó.

sábado, 12 de octubre de 2013

Plan Condor: Italia: Aceptan como querellantes al Frente Amplio de Uruguay + Argentina: Confirman condenas represores de la SIDE y Orletti

El Plan ideado para la represión regional
Aceptan como querellante al Frente Amplio en juicio en Italia

El Frente Amplio de Uruguay se convirtió en el primer partido político extranjero en participar como querellante en una causa en Italia, luego de que la Justicia de este país admitiera a la coalición como parte acusadora en el llamado Plan Cóndor, que juzga a 35 imputados por la desaparición de 23 italianos durante las dictaduras en el Cono Sur.

La decisión, adoptada por el juez romano Alessandro Arturi, alcanza al Frente Amplio y a los estados de Italia y Uruguay para que se constituyan como parte acusadora en el juicio de 17 uruguayos, 12 chilenos, dos bolivianos y cuatro peruanos, miembros de las juntas militares y servicios de seguridad de sus respectivos países entre los años 1970 y 1980.

Los procesados están acusados de la desaparición de 23 italianos a manos de los aparatos represivos de las dictaduras del cono sur que actuaron de manera coordinada para eliminar opositores a cualquiera de estos regímenes que se encontraran en cualquiera de estos países, plan de exterminio conocido como Plan Cóndor.

En la audiencia preliminar, que comenzó hoy en el Tribunal de lo Penal de Roma y continuará el próximo 22 de noviembre, Arturi desestimó, por otra parte, como querellantes al Partido Demócrata (PD) italiano y a la región italiana de Emilia Romaña (centro-norte) por no tener "conexión inmediata con las personas involucradas", según fuentes consultadas por la agencia EFE.

En Uruguay, en tanto, dirigentes del Frente Amplio y familiares de las víctimas manifestaron su "satisfacción" por la decisión de la Justicia italiana.

Uno de los vicepresidentes del FA, el senador Rafael Michelini, expresó a Télam la "importancia" del paso que dio Arturi de aceptar por primera vez a un partido político extranjero como parte acusatoria, en este caso junto a los estados de Italia y Uruguay.

Michelini, hijo de Zelmar, diputado uruguayo secuestrado y asesinado en Buenos Aires en 1976 en el marco del Plan Cóndor, aseguró que "se trata de un gran paso para que se avance en la búsqueda de toda la verdad" y que demuestra "la lucha que se ha desarrollado desde el frente Amplio en la lucha por Justicia".

En coincidencia, se manifestó el otro vicepresidente de coalición gobernante, Juan Castillo, quien la calificó "de una gran noticia no sólo para el frente Amplio sino para Uruguay y la región".
"Hay mucho que la fuerza política puede aportar en la búsqueda permanente por la verdad y para que en algún momento se llegue a hacer Justicia", agregó.

El secretario político del Partido Socialista en Montevideo, Gonzalo Civila, expresó que la decisión de Arturi "es un verdadero avance en la lucha contra la impunidad".
"Es muy positivo que se reconozca a una fuerza política democrática para participar en un proceso de búsqueda de verdad y justicia teniendo en cuenta la cantidad de militantes de ese partido que sufrieron al Plan Cóndor durante los años setenta", apuntó Civila.

De todos modos, Castillo marcó la "paradoja" de que se haya dado un "impulso a la Justicia" desde otro país mientras "en Uruguay no se ha avanzado todo lo que hubiésemos querido".

"Hemos tenido avances pero también hay golpes en contra. No hemos avanzado todo lo necesario, porque hemos tenido reacciones en contra", criticó.
Castillo destacó, sin embargo, que "hay que celebrar esta noticia, más allá de que en nuestro país la Suprema Corte de Justicia no contribuye a esta búsqueda de la verdad con sus trabas a algunos procesos", aseveró.

Una de los familiares de las víctimas, Cristina Mihura, cuyo esposo, Armando Bernardo Arnone, desapareció en Argentina, expresó también su satisfacción por la celebración de esta audiencia preliminar.
"Este proceso se inició hace más de diez años. Ha sido muy difícil y complicado y por eso necesitamos la ayuda de todos. Todavía hoy sigo sin saber dónde están los restos de mi marido y de sus compañeros", declaró.

Dos de los 35 acusados, el militar chileno Odlanier Rafael Mena Salinas y el expresidentes uruguayo Juan María Bordaberry Arocena, ya fallecieron.
Entre los acusados uruguayos están el exdictador Gregorio "Goyo" Álvarez, encarcelado en su país desde 2007 por violaciones de los derechos humanos durante el régimen militar (1973-1985),  presidente de facto de 1981 a 1985.
La Operación Cóndor, un plan ideado por el chileno Augusto Pinochet, coordinó la represión de la oposición política en las décadas de 1970 y 1980 por parte, sobre todo, de los regímenes dictatoriales de Chile, la Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia.


LA CAMARA DE CASACION CONFIRMO LAS CONDENAS DE CABANILLAS, GUGLIELMINETTI Y MARTINEZ RUIZ

Los represores de la SIDE y Orletti

El tribunal convalidó las penas de prisión perpetua, 20 años y 25 años de prisión. No debió pronunciarse sobre Eduardo Alfredo Ruffo, porque el represor desistió de su derecho de apelar.

Raúl Guglielminetti fue agente civil del Batallón de Inteligencia 601.


La Cámara Federal de Casación Penal confirmó esta semana tres condenas por delitos de lesa humanidad en el centro clandestino Automotores Orletti durante la última dictadura. La Sala IV del máximo tribunal penal rechazó los recursos interpuestos por las defensas de Eduardo Rodolfo Cabanillas, Raúl Antonio Guglielminetti y Honorio Carlos Martínez Ruiz y confirmó las penas de prisión perpetua, 20 años y 25 años de prisión, respectivamente, que les impuso el Tribunal Oral Federal 1 en marzo de 2011. Casación no debió pronunciarse sobre el cuarto condenado, el ex agente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) Eduardo Alfredo Ruffo, porque el represor desistió de su derecho de apelar la condena. La confirmación de la sentencia por parte de la sala que integran los jueces Juan Carlos Gemignani, Mariano Hernán Borinsky y Gustavo Hornos es la sexta en causas por delitos de lesa humanidad en lo que va de 2013.

El fallo que dictaron hace dos años y medio los jueces Jorge Gettas, Adrián Grumberg y Oscar Amirante dio por probada la privación ilegal de la libertad de 65 víctimas del Plan Cóndor, como pasó a la historia la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur en la década del 70. En el proceso se probó además la aplicación de tormentos contra sesenta víctimas y cinco homicidios agravados por alevosía. Los delitos tuvieron como epicentro el centro clandestino Automotores Orletti, que funcionó en un taller mecánico de Flores alquilado por la SIDE, de la que dependía el lugar de detención.

Guglielminetti, agente civil del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército, es el más conocido de los represores de Orletti, sobre todo por su trayectoria posterior: el “Mayor Guastavino”, tal su alias en los ’70, se dedicó en los últimos años de la dictadura y en los primeros de la democracia a los secuestros extorsivos. También fue custodio del ex presidente Raúl Alfonsín e integró la oficina de inteligencia paralela del gobierno radical, conocida como Grupo Alem. La ley de obediencia debida no le permitió zafar de su detención por tenencia de armas de guerra, que se prolongó hasta 1989. En agosto de 2006, el juez federal Daniel Rafecas lo volvió a detener por su actuación en el circuito represivo Atlético-Banco-Olimpo, hechos por los que fue condenado en 2010 a 25 años de prisión. Luego llegaría la condena por Orletti, a la que se sumó otra en Neuquén, donde también prestó servicios como enviado del Batallón 601.

El entonces capitán Cabanillas, que a fines de los ’90 llegó a comandar el Segundo Cuerpo de Ejército y se retiró como general, fue jefe de la base Operaciones Tácticas 18 de la SIDE, de la que dependía Orletti, y había sido detenido por primera vez en septiembre de 2006, luego de treinta años de impunidad.

Martínez Ruiz, alias “Pájaro”, había sido detenido un año antes, en 2005, por el robo de cajas de seguridad del Banco Nación. Fue integrante de la Triple A de Aníbal Gordon, que murió cuando todavía reinaba la impunidad, y agente de inteligencia de la SIDE. Idénticos pergaminos tuvo Ruffo, alias “Zapato”. La marca distintiva de su prontuario es la condena por la apropiación ilegal de Carla Rutilo Artés, hija de Graciela Rutilo, quien fue secuestrada en Bolivia, entregada a militares argentinos y vista por última vez en Orletti. Ruffo también siguió en la SIDE tras el retorno de la democracia, al servicio de Hugo Anzorreguy. El gran ausente en la sentencia fue el coronel Rubén Víctor Visuara, que también estaba en el banquillo de los acusados pero murió poco antes de que comenzara la etapa de alegatos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Italia será parte civil en juicio en Roma por Plan Cóndor

El Estado italiano se constituirá parte civil en el juicio que se abrirá en octubre en Roma contra 35 exmilitares y civiles de Bolivia, Chile, Perú y Uruguay por estar involucrados en la muerte de 23 ciudadanos italianos en el marco del "Plan Cóndor".
“Agradezco al gobierno italiano, en particular jefe de gobierno Enrico Letta por la decisión de costituirse parte civil en la primera audiencia del juicio, fijada para el 10 octubre”, anunció en un comunicado el diputado italiano Fabio Porta, presidente del Comité Italianos en el Exterior, quien había solicitado oficialmente al gobierno italiano que se presentara como parte perjudicada.

“Se trata del primer gran juicio internacional contra esa despiadada operación de policía”, añadió.

Entre los acusados figuran el ex ministro del Interior boliviano Luis Gómez Arce, el ex primer ministro peruano Pedro Richter Prada, el ex jefe de los servicios secretos chilenos Juan Manuel Contreras, y el general Francisco Morales Bermúdez, cinco años presidente de Perú.

La fiscalía romana pidió la apertura de juicio también para el exdictador uruguayo Gregorio Alvarez, y para el exministro de Relaciones Exteriores Juan Carlos Blanco.

Los inculpados, 2 bolivianos, 12 chilenos, 4 peruanos, 17 uruguayos, cuyas edades oscilan entre los 64 y 92 años, han sido acusados de secuestro de persona y homicidio múltiple agravado.

La lista original incluía también a Juan María Bordaberry, quien falleció en 2011.

La fiscalía italiana abrió las investigaciones sobre el Plan Cóndor hace más de quince años a raíz de las denuncias presentadas por los familiares de italianos desaparecidos.

Los imputados serán juzgados en ausencia.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Ajuicio tres oficiales de inteligencia de la Policía Federal que actuaron en Orletti

Tres policías bajo el ala del Cóndor

Los imputados son el ex comisario Rolando Oscar Nerone y los ex subcomisarios Oscar Roberto Gutiérrez y José Néstor Ferrer, quienes participaron en operativos de secuestros y asesinatos. El juicio oral se realizará el año próximo.
Orletti funcionó en un taller mecánico del barrio de Floresta.

Tres oficiales de Inteligencia de la Policía Federal serán juzgados por delitos de lesa humanidad en el centro clandestino Automotores Orletti durante la última dictadura. Se trata del ex comisario inspector Rolando Oscar Nerone y de los ex subcomisarios Oscar Roberto Gutiérrez y José Néstor Ferrer, que están detenidos en Marcos Paz. Los tres represores fueron procesados por el juez federal Daniel Rafecas, que ahora elevó el expediente a juicio. El proceso oral y público se realizará el año próximo ante el Tribunal Oral Federal 1 e incluiría al ex agente de la SIDE Miguel Angel Furci.

Ferrer comandó el 14 de septiembre de 1976 el operativo en el que fueron secuestrados Ana María del Carmen Pérez –embarazada de ocho meses– y Gustavo Adolfo Gayá y en el que fue asesinada su esposa, Estela María Moya de Gayá. El hijo de la pareja, Ernesto, de dos años, fue llevado esa madrugada a la casa de sus abuelos. Tras el secuestro, en el barrio de Chacarita, Ana María y Gustavo fueron trasladados a Orletti, donde compartieron cautiverio con Ricardo Gayá, hermano de Gustavo y pareja de Ana María, quien había sido secuestrado meses antes. La intervención del oficial de Inteligencia Ferrer en el operativo ilegal quedó registrada en un expediente del “Consejo de Guerra Especial Estable 1” del Primer Cuerpo del Ejército, en el que se dejó constancia de un operativo fraguado con el fin de justificar el homicidio de Estela María Moya y en el que se consignó fraudulentamente que los otros moradores de la casa habían logrado huir, ocultando con ello su detención ilegal.

Nerone y Gutiérrez participaron el 26 de septiembre de 1976 del operativo ilegal en el que asesinaron a Mario Roger Julién y secuestraron a su pareja, Victoria Lucía Grisonas, y a sus hijos, Anatole Boris, de cuatro años, y Victoria Eva, de dos años. Victoria fue trasladada a Orletti y continúa desaparecida. Sus hijos, luego de pasar junto a su madre por el centro clandestino, fueron llevados a Uruguay y luego a Chile, donde los abandonaron en una plaza de Valparaíso. Finalmente los adoptó legalmente una familia del país vecino. La partida de defunción de una persona anotada como NN el mismo día y en el mismo domicilio de San Martín, muerta por heridas de armas de fuego, terminó de confirmar el homicidio y los secuestros que habían visto los vecinos. La presencia de los policías fue corroborada por un expediente administrativo a raíz de una herida sufrida por Nerone. Allí consta que lo acompañaban Gutiérrez y Roberto Gómez Migenes, también policía, ya fallecido. Según una nota firmada por el teniente coronel Juan Ramón Nieto Moreno, a cargo del Departamento de Contrainteligencia de la SIDE y jefe del grupo de tareas del Primer Cuerpo de Ejército, Gutiérrez y Nerone fueron “felicitados” por su desempeño en el operativo.

Por los secuestros, torturas y homicidios con epicentro en Automotores Orletti, el TOF 1 ya condenó a los ex agentes de la SIDE Eduardo Alfredo Ruffo y Honorio Carlos Martínez Ruiz, al ex agente del Batallón de Inteligencia 601 Raúl Antonio Guglielminetti, al general retirado Eduardo Rodolfo Cabanillas, al coronel Rubén Víctor Visuara y al comodoro Néstor Horacio Guillamondegui. Los últimos dos murieron tras la condena. Orletti funcionó en un taller mecánico del barrio de Floresta que la SIDE alquiló en mayo de 1976. Fue la principal sede del Plan Cóndor, como se conoce a la coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur. Una de las particularidades de Orletti fue el método que los represores eligieron para desaparecer a sus víctimas: el homicidio y luego la introducción de sus cuerpos en tambores de 200 litros, con cal y cemento, que arrojaron en distintos sitios. Entre las víctimas encontradas en tambores arrojados al canal San Fernando en 1976 fueron identificados Ana María del Carmen Pérez (con un embarazo a término), los hermanos Ricardo y Gustavo Gayá, Marcelo Gelman y Dardo Albeano Zelarrayán.

miércoles, 21 de agosto de 2013

El testimonio de Ivonne Trías en el juicio por la coordinación represiva de las dictaduras

Una familia devastada por el Plan Cóndor

La periodista uruguaya habló del secuestro y la desaparición en Buenos Aires de su esposo, Carlos Rodríguez Mercader; de su hermana Cecilia y su compañero Washington Cram González. “Lo que pasó fue como acuchillar el vínculo entre las generaciones”, dijo.

 Por Alejandra Dandan

Ivonne Trías es periodista uruguaya y fue directora de Brecha. Ayer declaró en el juicio oral que, en Buenos Aires, juzga a parte de los responsables del Plan Cóndor. “Vengo a decir lo que sé y lo que no sé y quiero saber acerca del secuestro y desaparición de mi hermana Cecilia, de 22 años; de su compañero, Washington Cram González, de 27, y de mi esposo, Carlos Alfredo Rodríguez Mercader, de 26 años, los tres secuestrados y desaparecidos aquí. También quisiera hablar de lo que sé y no sé de otros compañeros y amigos muy queridos que desaparecieron en circunstancias similares. Y en tercer lugar, hablar de algunos de los imputados en esta causa. A uno lo conozco hace más de cuarenta años, siempre en circunstancias de torturas y apremios físicos, tratos degradantes. Y contar por qué estaba mi familia aquí.”

Ivonne y Carlos militaron en la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), que generó más tarde al movimiento de Resistencia Obrera Estudiantil (ROE). Cecilia se sumó al sector estudiantil del ROE con una militancia periférica. En 1972, Ivonne quedó detenida en Uruguay, situación en la que permaneció hasta 1985. A fines de 1972, su familia viajó para refugiarse en Buenos Aires, mientras se acentuaban la represión y las persecuciones en Uruguay. Primero salió su esposo. En 1973, salieron Cecilia y Washington, que aquí tuvieron un hijo, estaban legalizados y con trabajo en blanco. Entre septiembre y octubre de 1976, Carlos, Cecilia y Washington fueron secuestrados por la coordinación represiva de los dos países en el marco del Plan Cóndor. Se cree que pasaron por el centro clandestino de Automotores Orletti y partieron a Uruguay entre los prisioneros del llamado “segundo vuelo” que permanecen desaparecidos. El hijo de Cecilia y Washington se salvó porque su abuela María Irma Hernández estaba en esos días de visita en Buenos Aires.

“Todos ellos vinieron de Uruguay porque estaban perseguidos, porque eran militantes políticos o estudiantiles, como mi hermana y su compañero.” “¿Por qué éramos todos militantes?”, preguntó Ivonne en la sala. “Porque en Uruguay ya en los años ’65 o ’66 empezó un ajuste que puedo describir como conservador, que puso por primera vez a los representantes directos de los grupos financieros en los puestos del gobierno para llevar adelante las medidas de carácter antipopular, la represión más fuerte que se había conocido. Y eso chocó con unas organizaciones populares muy fuertes también: había una organización de los trabajadores unificada; partidos de izquierda fuertes, como el Partido Comunista o el Movimiento de izquierda de Liberación nacional (Tupamaros).” Un escenario que no permitía imponer esas “medidas antipopulares sin chocar con una resistencia muy fuerte”.

Ivonne relató el avance del proceso año a año hasta llegar al golpe de junio de 1973. Las primeras militarizaciones y el contexto de conflictividad en el que “la mayor parte de los jóvenes de mi generación decidimos militar”. “No tuvimos que pensar si íbamos a intervenir en política o no –dijo–, ya en nuestra formación todos tempranamente sabíamos que la realidad había que cambiarla, participar era natural.” Ante las “ofertas” vigentes, el PC o el MLN, su grupo optó por otra “salida”: la FAU, una organización “con raíces históricas profundas” que “estaba acercándose a los movimientos de liberación de toda América, a la rebelión de las orillas, como la llamábamos”. En el relato, la FAU apareció así como punto de origen del movimiento que continuó en el MOR y, ya en 1975, entre los refugiados en Buenos Aires, con la organización del Partido para la Victoria del Pueblo (PVP), del que formaban parte la mayoría de los uruguayos secuestrados y desaparecidos aquí.
En Buenos Aires

Con el golpe de Estado uruguayo “se declara una huelga general” y empieza el “revanchismo de despidos, persecuciones, y es cuando mucha gente que ya estaba requerida y era perseguida empieza a ver que Argentina era el refugio (...) Se vienen muchos de mis compañeros y se instalan con intenciones de seguir lo iniciado en Uruguay en un proceso de discusión interna, recuperar fuerzas para volver y luchar contra la dictadura”.

Carlos viajó antes del golpe, a fines de 1972. Cecilia y Washington, en 1973. “Yo me comunicaba con mi hermana. Ella no tenía impedimento legal, nos escribíamos habitualmente. Sabía que estaba muy contenta y que estaban tratando de tener su primer hijo. Con mi marido, clandestino, nos enviábamos cartas ocultas en las que se podía decir muy poca cosa más que frases o ‘estamos bien’. O ‘te amo’ o ‘te espero’.”

Durante su estadía en la cárcel supo de los secuestros. Luego de un período de castigo empezaron a recibir visitas. “Vienen todos los familiares, pero no viene mi madre, cosa muy extraña porque no había faltado jamás. Faltó a la segunda visita, lo cual me alarmó, y a la tercera la noté demudada. Me dijo que mi hermana había salido a encontrarse con su compañero, ella estaba ahí porque había ido a cuidar a su niño. Me contó que no habían vuelto. Me contó que mi marido tampoco estaba y me decía entre lágrimas y medias frases cosas que no podía entender muy bien –dijo–. En parte por un bloqueo emocional, en parte porque no eran conceptos ni experiencias que teníamos como uruguayos.” Su madre le decía: “Todo fue un desastre, se llevaron a todos, están todos muertos”. Ivonne todavía pensaba que podían estar clandestinos.

De acuerdo con la reconstrucción que hizo después, supo que Cecilia, Washington y su hijo vivían en la calle Vicente López 2273, en Morón. El 28 de septiembre de 1976 dejaron al niño con la abuela. Primero salió uno, después el otro. Tenían como destino un bar en Juramento y Ciudad de la Paz. “Pasaron las horas. Mi hermana estaba amamantando a su bebé, por lo cual tenía horarios muy rígidos. Cuando no volvió, mi madre se puso muy nerviosa y más nerviosa hasta que llega mi marido y le dice: ‘Vieja, hay que salir de acá, ya, ya, ya. Llevamos al niño porque cayeron los chiquilines.” Carlos Rodríguez Mercader, a esa altura, estaba a cargo de la dirección de emergencia del PVP. Lo secuestraron el 1º de octubre.

Uno de los represores uruguayos juzgados en este juicio es Manuel Cordero. Es uno de los más mencionados por los sobrevivientes de Orletti. Estaba encargado de los enlaces de prisioneros entre Argentina y Uruguay.

Ivonne lo conoció en agosto de 1972, en el cuartel Quinto de Artillería: “Mi primer impacto fue una actitud inolvidable, porque estaban todas las presas en una habitación común y Cordero entraba y lo primero que hacía era pasar la mano por todas las bombachas que estaban en la primera cuerda y después iba y se sentaba en la cama de una detenida, una pobre muchacha de 18 años a la que le habían matado a su esposo. Manoseo y un oprobio, violaciones elementales al derecho de ella y todas las que estaban alrededor. Cuando traían al bebé de esta chica a visitarla lo tomaba en brazos y se paseaba como si fuera un trofeo. Fue tal la indignación que todo esto me produjo que cuando el comandante del cuartel me preguntó si tenía un problema particular con Cordero, le relaté los hechos.”

En 1974, Cordero intervino en el asesinato de Iván Morales Generali, un militante que llegó a Uruguay con volantes y documentos. En 1975, encabezó una suerte de negociación para intercambiar presos por una reliquia. Y fue quien le dijo a Ivonne los detalles de dónde y qué hacía su familia en Buenos Aires, situación que reflejaba la persecución. En 1976, aparece en la “lista infinita” de todos los detenidos de Orletti, dijo Ivonne. Y en particular en el testimonio de Sergio López Burgos, quien relató “escenas escalofriantes, en que dirigía no sólo los interrogatorios sino la tortura”. Señaló que Cordero violó a Ana C. en medio de la tortura, “que en el momento en el que termina de cometer ese acto de tortura sigue con su aparato, el disyuntor, y sigue con la tortura a López Burgos: ésa es la pintura de uno de los imputados según mi propia experiencia y la experiencia de muchas personas que entrevisté para realizar una investigación que culminó en un libro. Ninguno de los que declaran se ha retractado”.

En la sala, una de las querellas le preguntó a Ivonne si podía decir algo de los efectos de la dictadura en su familia. “En un momento de 1972, la familia era una familia que prometía –dijo ella–. Eramos mi padre, mi madre y mi marido y yo; mi hermana con su pareja y una idea del mundo y de nietos. Cuando yo salí de la cárcel quedaba mi madre y el hijo de mi hermana, nada más. Yo pienso que todos necesitamos formar parte de una historia, no digo de la Historia con mayúscula, de una historia chiquita, de familia. Ser hijos de algo, como dice Marcelo Viñals, de alguien, abuelo de alguien, nieto de alguien. Y lo que pasó fue como acuchillar el vínculo entre las generaciones y dejar un poco como que todo empieza de nuevo cada vez. Esto es para mí un sentimiento de lealtad con mi historia, con mi familia. Me parece que tiene algo de terrible esto de venir a contar historias espantosas, pero tiene algo de recomponer ese vínculo cortado, esa genealogía que quedó trunca y eso me parece que es algo positivo."

jueves, 15 de agosto de 2013

Detienen a militar uruguayo requerido por cuatro desapariciones

Vivía en el buceo y se aprestaba a abandonar el país

Se trata del ex integrante del OCOA, mayor (r ) Antranig Ohannessian, requerido por la Causa Cóndor abierta en la península itálica. En este expediente se involucra a otros 30 uruguayos, civiles y militares.

Ohannessian fue acusado por el fiscal italiano Capaldo de participar en la desaparición de los uruguayos Gerardo Gatti, Bernardo Arnone, Juan Pablo Recagno y María Emilia Gatti de Islas, todos ellos secuestrados en Buenos Aires en setiembre y octubre de 1976 y recluidos en el centro clandestino de detención “Automotores Orletti”. El fiscal comenzó esta investigación hace más de 15 años a raíz de las denuncias presentadas por los familiares de italianos desaparecidos.

La detención de Ohannessian se produjo el domingo cuando el militar se disponía a viajar fuera del país.

La solicitud de captura fue cursada al Uruguay hace pocas semanas y derivada al personal del Buró de Interpol perteneciente a la Dirección General contra el Crimen Organizado. Las investigaciones realizadas permitieron determinar que el requerido estuvo un tiempo desempeñándose en un establecimiento agropecuario del Interior.

En posteriores diligencias los funcionarios obtuvieron información de que el militar se domiciliaba en un lujoso edificio de la rambla del Buceo de Montevideo.

Allí finalmente fue detenido. Lo trasladaron a declarar ante la Justicia que dispuso su prisión administrativa en la Cárcel Central con miras a extradición. El caso quedó en manos de la jueza Penal de 6º Turno doctora Fanny Canessa y de la fiscal Ana María Tellechea. La detención de Ohannessian ya fue comunicada a las autoridades italianas y ahora se aguarda el envío de la documentación correspondiente. Se presumía que el militar se encontraba en Argentina. En marzo de 2008, la Justicia de ese país ordenó su detención con vistas a la extradición a Italia. No obstante, el proceso de extradición se dilató y finalmente la Justicia del vecino país rechazó el pedido por cuestiones formales.

Tiempo después, Ohannessian fue liberado. En la causa Cóndor, la Justicia italiana pretende esclarecer el secuestro y asesinato de 25 ciudadanos de origen italiano durante los años en que los países del Cono Sur estuvieron bajo dictaduras militares: 13 ítalo-uruguayos, 7 ítalo-argentinos y 5 chilenos, todos con nacionalidad italiana.

Con ese fin, se libró el pedido de extradición de 140 militares y civiles implicados en el Plan Cóndor, el esquema represivo que coordinó las dictaduras de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay en los años ‘70 y ‘80.

“El Turco”
Ohannessian, alias “Oscar”, “el Turco” o “el Armenio”, fue integrante del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Testimonios de presos políticos lo ubican en operativos represivos en Buenos Aires junto al mayor (r) José “Nino” Gavazzo Pereira, hoy preso en Montevideo en la cárcel especial Nº 8, y al coronel Manuel Cordero, detenido en Argentina.

Recibió entrenamiento en la Escuela de las Américas, junto con Luis Maurente, entre otros, y revistó en varias unidades del Ejército dentro del arma de Ingenieros. Uno de sus últimos destinos fue el hospital militar. Al retirarse, a mediados de los años ‘80, pasó a la actividad privada, en el rubro seguridad.
Fuente: la Republica

miércoles, 12 de junio de 2013

La declaración de Amalia Mercader sobre la desaparición de su hijo Carlos

El segundo vuelo del Cóndor

A los 91 años, Mercader declaró desde Uruguay en el juicio por los crímenes cometidos en el marco del plan represivo coordinado por las dictaduras latinoamericanas. Su hijo, Carlos Rodríguez Mercader, estuvo en Automotores Orletti.

 Por Alejandra Dandan

Amalia Mercader es una mujer uruguaya, de 91 años, que hasta hace pocos años seguía yendo a la ronda de las madres uruguayas como podía, incluso en silla de ruedas. Nadie sabía en Buenos Aires si iba a lograr acercarse hasta el Consulado argentino en Montevideo para declarar por la desaparición de su hijo Carlos Rodríguez Mercader. Pero lo hizo. Durante la mañana pegó su cara a la pantalla que la trasladó a los tribunales de Comodoro Py. Habló y recordó más de lo que pensaban seguramente los abogados defensores, porque fueron muchas de sus preguntas, algunas molestas, las que activaron los recuerdos. Estaba respondiendo una de esas preguntas cuando recordó el momento en el que apareció un cuerpo en Uruguay. “Yo fui con mi bastón, convencida de que era el cuerpo de mi hijo”, dijo Amalia. “Es una cosa tan íntima, han aparecido ya varios y en esos momentos a muchas nos pasa que creemos que son nuestros hijos. Cuando veía alguien como mi hijo en la calle salía corriendo, daba vueltas, miraba y decía: ‘No es’. Pero me preguntaba, ¿cómo será mi hijo en este momento? ¿Estará calvo? ¿Tendrá bigotes? ¿Ventanas en el pelo? ¿Usará lentes? ¿Habrá tenido accidentes? Pero estaba convencida, estoy convencida, de que cuando lo vea voy a decir: ‘Ese es el cuerpo de mi hijo’, porque las madres sabemos tanto de nuestros hijos que hasta sabemos cómo son por adentro. Creo que cualquier madre reconocería a su hijo.”

El juicio por los crímenes del Plan Cóndor avanza en esta primera etapa en la reconstrucción de las historias de los uruguayos desaparecidos en Argentina. Carlos Rodríguez Mercader también atravesó lo que sucedió con gran parte de ellos. Integrantes de distintas organizaciones del Uruguay, perseguidos ahí, viajaron a refugiarse en Argentina a partir del golpe en su país. Acá se nuclearon en el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP). Algunos fueron secuestrados, pasaron por el centro clandestino Automotores Orletti. Otros fueron llevados ilegalmente a Montevideo en un primer vuelo del que la mayoría sobrevivió. Ese fue el eje del primer juicio oral que se hizo en Argentina por las víctimas uruguayas. En el proceso que se realiza ahora, en el marco y contexto del Cóndor, también se investiga a los responsables de lo que se llama “el segundo vuelo”, en octubre de 1976. Algunos lo llaman el “vuelo de la muerte”, porque casi no hubo sobrevivientes.

Amalia cree que a su hijo lo trasladaron en ese momento. Ayer contó que un juez se lo dijo en Buenos Aires, le explicaron que aparentemente a Carlos lo secuestraron tres días antes del vuelo. Cuando en la sala, uno de los jueces del tribunal le agradeció su testimonio y se dispuso a despedirla, ella se quedó hablando como quien necesita seguir. “Les agradezco también a ustedes lo que puedan hacer por la verdad –dijo–, la memoria del pueblo uruguayo está convencida de que el vuelo de la muerte se hizo. Muchas gracias. Perdón por las preguntas que no pude responder, pero la edad me lo impide.”

Carlos había militado en la Resistencia Obrera Estudiantil (ROE). Se instaló en Argentina e integró el PVP. Estaba casado. Martín Rico, abogado querellante por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, explicó que muchos de los uruguayos estaban viviendo en casas en la provincia de Buenos Aires, con muy pocos contactos con sus familias. “Estuvo en Argentina en distintas oportunidades”, dijo su madre. “No recuerdo la fecha precisa. Vivía en la Argentina, se quedaba a veces en casa de gente conocida, amigos suyos, se ve que con alguna misión. En aquel momento yo no pensaba que mi hijo era realmente un revolucionario, era muy maduro, pero a uno le parece siempre que sus hijos son chicos, si bien los quiere ver crecer y no quiere que se equivoquen, siempre los ve como niños.”

La fiscalía le preguntó a Amalia por la trayectoria política de Carlos en Uruguay, que es un modo de establecer dos cosas: que en su país ya eran perseguidos, que se vinieron a la Argentina por esa situación y que acá continuaron siendo perseguidos, ahora en una coordinación de las dos fuerzas represivas. ¿Tenía trayectoria gremial? “No le sabría decir, pero llevaba en el alma la política”, respondió la mujer. Las dos veces que ella viajó a verlo, “me dijo que no le dijera absolutamente nada a nadie”. Y cierta vez escuchó la voz de Carlos, que la llamó a Montevideo. “Mi hijo me dice: ‘Mamá, como la otra vez, no digas a nadie, mirá que la situación está peor que antes. Pero vení. Espero, te espero. Venite pero no digas nada a nadie’. Nos encontramos. No sé si era la una o dos de la tarde. Y lo que me va quedando es lo que me había dicho en la conversación: que no hiciera ningún gesto, que no caminara hacia él, que me quedara quieta. Si pasaba cerca mío y se iba era porque no me podía ver. Me había dicho: ‘Si me vigilan no te saludo’. Bueno, cuando me vio, cruzó la calle y me dio un beso que nunca me voy a olvidar.” No se vieron más que un momento. “Me dijo que me volviera. Me pidió por favor que me cuidara, que la cuidara a su hermana y que no fuera a actuar en política.”

Esa fue la última vez que Amalia lo vio. Años después, entrando a un juzgado, en Buenos Aires, supo que su hijo había estado posiblemente en Orletti. “Y que con seguridad lo habían traído para Montevideo en lo que nosotros llamamos segundo vuelo. La verdad es que se me cayeron las lágrimas a pesar de que trato de ser muy fuerte”, explicó. “Y el juez que me atendía me dijo que hacía tres días que lo habían llevado a Orletti, que era casi seguro que lo habían traído porque habían vaciado Orletti y todos los que estaban fueron a Montevideo.”